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Historia, cultura y artes

 
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 Música antigua y medieval

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La historia de la música no coincide necesariamente con la de los documentos escritos que nos hablan de ella. Algunas referencias a su uso se remontan a tiempos prehistóricos, y su número aumentó al pasar de los siglos, con anterioridad a la posibilidad de imaginar la naturaleza de la música a que se refieren. Incluso los primeros códices musicales que se han conservado dicen poco sobre ella ya que no se ha podido interpretar. El conocimiento de la naturaleza de la música en España sólo se hace posible a partir del siglo X.

De la música antigua en la Península se sabe de su existencia desde tiempos prehistóricos por las representaciones de danzas que se han encontrado en varias pinturas rupestres. Notables son las en Cogull (Lérida), en las que se ven figuras formando un corro en acción de bailar, aunque nada dicen de la música, parecen indicar su uso. Asimismo en el aspecto musical apenas nada puede decirse de las colonizaciones fenicia, griega, cartaginesa y romana, más allá de su existencia e importancia en la vida social.

Numerosas son las referencias que escritores romanos han dejado sobre cantos y bailes que atribuían a los pueblos indígenas. Unas parecen indicar danzas ceremoniales o guerreras en las que participan hombres, otras, bailes lúdicos en los que tomaban parte mujeres. Son de particular interés las que se refieren a las bailarinas gaditanas. También algunas representaciones en mosaicos romanos parecen indicar la importancia de la música en la vida social. Todo ello, a pesar de su interés cultural, contribuyen poco a nuestro conocimiento de la música en este tiempo.

Música medieval

Hispania visigoda
Poco se sabe de la música en la Península durante el reinado de los visigodos. Es conocida sin embargo la gran importancia que tuvo la liturgia eclesiástica y el papel que en ella jugaban el canto y la música. Los más famosos obispos visigodos, San Leandro, San Eugenio, San Ildefonso de Toledo, San Julián y San Braulio de Zaragoza contribuyeron himnos y cantos a la liturgia, muchos de los cuales se han conservado. El primer autor que deja noticias sobre la historia de la música es San Isidoro de Sevilla (559-636) quien en sus "Etimologías" incluye comentarios de interés, aunque sus observaciones parecen más basadas en documentos latinos que en su conocimiento de la música contemporánea. Más específico es al hablar de los oficios religiosos, ya que hace referencia a varias formas de cánticos que formaban parte de ellos.

Nada se ha preservado de la música profana de este tiempo, aunque se sabe de su existencia por comentarios, en su mayoría recriminatorios, de los Padres de la Iglesia visigoda. San Isidoro en su "Regla" recomienda a sus monjes que durante el trabajo canten himnos y salmos, a diferencia de los artesanos seculares que cantan "canciones lascivas amorosas". De gran interés es una nota que nos ha dejado San Valerio (630-695) en su autobiografía sobre un "muy malvado" individuo (nequissimus vir), llamado Justo, que con ocasión de fiestas entretenía al público con canciones lascivas acompañándose de instrumentos.

El canto y la música de la liturgia visigoda se mantuvo a lo largo de los siglos, tras la invasión de los árabes, y fue practicada por los cristianos de ambas partes de la frontera. Se han conservado de ella unos veinte códices manuscritos. Esta música, llamada canto llano, data de los siglos VII al XI, y forma parte del rito llamado mozárabe, o, mejor, hispanogótico. Tras la supresión del rito mozárabe en el siglo XI, ésta cayó en desuso con el tiempo, hasta el punto que, cuando a partir del siglo XVI se trató de resucitarla, fue ya imposible descifrar los manuscritos.

España árabe
La gran importancia que los árabes, tanto en Oriente como en la Península, dieron a la música está muy bien documentada, tanto en numerosos tratados teóricos y científicos árabes, como en incontables referencias concretas que se encuentran en su literatura.

También es bien conocido el alto nivel de cultura musical árabe en la Península, ya desde los primeros siglos de su ocupación. Entre historia y ficción es de notar la fama y fortuna adquiridas por el elegante de Bagdad Ziryab (El Pájaro Negro) emigrado a Córdoba por invitación de Abderramán II. A él se atribuye la primera escuela de baile y música y la introducción en Córdoba de los estilos de Bagdad. Famosos son también el compositor y cantor Avempace quien dejó una fama casi mítica y en la poesía lírica, Mocadem de Cabra y Aben Guzmán, entre otros, que con su cultivo de las formas del "zéjel" (canción) dejaron huella perdurable en la estructura métrica hispanoárabe, y quizá también en sus modos de canto. Da testimonio también de esta importancia la floreciente industria de fabricación de instrumentos musicales, entre cuyos centros más importantes se contaba Sevilla y Zaragoza.

Tras el fin de la Reconquista, el cultivo de la música y baile por los musulmanes españoles está documentada además en escritos de predicadores y misioneros que critican "la excesiva afición" de los moros y moriscos a bailes y cantos.

Sin embargo nuestro conocimiento real de la música árabe es muy escaso, debido a la falta de una fijación escrita que se pueda intepretar. Se cree que su continuación se encuentra en el nortre de Africa donde se situaron muchos de los moriscos tras ser expulsados de la Península en el siglo XVII en Argel, los cordobeses, en Túnez, los sevillanos y en Marruecos, los granadinos. La música "nawba", denominada andaluza o granadina, se mantiene fundamentalmente diferente a la música árabe oriental, a pesar de las influencias turcas que se perciben en ella. Todo ello ha sugerido a muchos arabistas y musicólogos la influencia que la música árabe pudo tener en la música popular, en especial, en Andalucía. Pero ello no pasa de ser una teoría que, hasta el presente, no ha encontrado pruebas convincentes.

Edad Media

España cristiana
A fines del siglo XI, tras la entrada de los monjes cluniacenses en la Península, el rito mozárabe fue suprimido por el rey Alfonso VI a instancias del papa Gregorio VI (1077 ), para imponer en su lugar el romano, usado en el resto de la Europa cristiana. La imposición por los cluniacenses de esta reforma en sus monasterios, dio paso a la adopción general del llamado canto gregoriano. Centros de la nueva música litúrgica fueron las grandes catedrales y monasterios. La misma tradición musical litúrgica fue continuada por los monjes del Cister en los siglos siguientes, para convertirse durante muchos siglos en expresión de la liturgia oficial y culto general de la Iglesia.

Al propio tiempo comenzó a cultivarse una primitiva polifonía, "Ars antiqua", al menos en los monasterios catalanes, Ripoll y San Cugat del Vallés entre otros, donde se sabe de la existencia de códices musicales, aunque la mayoría de ellos han desaparecido.

Mayor documentación ha quedado de una música a medio camino entre profana y litúrgica. Son los cantos de textos religiosos que se usaban de modo independiente de los oficios litúrgicos. De estos los más importantes son los dedicados al Apóstol Santiago y a la Virgen, compuestos para los peregrinos, respectivamente, a Santiago de Compostela y al monasterio de Montserrat.

De esta polifonía primitiva se han conservado el Códice Calixtino o Liber Sancti Jacobi, de la catedral de Santiago. La copia, del siglo XII, es una guía de peregrinación que contiene veintiún cantos a dos voces y uno a tres voces. Aunque por estar preparado este códice en Cluny, es posible que no toda la música incluida en él sea de origen hispano. Famoso es también el Manuscrito del monasterio de las Huelgas (Burgos), de los siglos Xlll y XIV que es una antología ya de transición hacia el "Ars nova". Contiene unos 200 cantos, algunos ya polífonicos, con veintiuno de ellos peninsulares.

El gran tesoro musical del siglo XIII español es la colección de "Cantigas de Nuestra Señora" salida del "scriptorium" de Alfonso X el Sabio (1252- 1284). Consiste en 417 cantigas escritas en tres códices con notación mensural y, muchas de ellas, con una clara estructura de rondó en la que parece alternar una voz solista (narrador) con un coro o estribillo. Pero a pesar de contener anotación para su canto, es debatido todavía si su interpretación debe acercarse a la tradición juglar, es decir profana, o a la música gregoriana, es decir más cerca a su uso litúrgico. Las miniaturas de las "Cantigas", todas ellas de gran valor artístico enriquecen el conocimiento de la música con numerosos ejemplos de cantores, músicos y gran variedad de instrumentos.

En Cataluña el documento más famoso es el llamado "Llibre Vermell", conservado en copia del siglo XIV, que incluye cinco cantos monofónicos y algunos, destinados para el uso de los peregrinos al monasterio de la Virgen de Montserrat. Contiene cantos de una especie musical en la que parecen combinarse lo eclesiástico y lo popular la danza litúrgica, para ser cantada y danzada en la iglesia.

También es conocido el uso de la música en el teatro medieval. En los diálogos litúrgicos con los fieles en los ciclos de Navidad y Pasión los cuales fueron ampliándose y haciéndose independiente de su uso litúrgico. De este género es el "Canto de la Sibila", del monasterio de Ripoll, el documento musical más antiguo en la Península. De él se han conservado varias versiones. Es monodía en las primeras versiones latinas y romances, que remontan al siglo X, y señala elementos polifónicos en las últimas, ya del siglo XVI.

Algo posterior es el famoso "Misterio de Elche" cuya representación anual es todavía hoy el gran acontecimiento musical y dramático de la ciudad de Elche y de la región de Alicante. Su tema es la Asunción de la Virgen, y se estima que su redacción primitiva sea del siglo XIII, aunque algunas partes que se consideran primitivas pueden muy bien no ser las originales. Se conserva en una versión del año 1639, con aditamentos polifónicos de varios compositores conocidos.

De la música y cantos profanos medievales se sabe también por numerosos documentos más de su existencia que de su naturaleza. En el siglo XIV, el famoso "Libro de Buen Amor" del arcipreste de Hita da testimonio explícito de las tareas de cantores y de sus intrumentos. La importancia de la música en las festividades y la fama de la música hispanoárabe, encuentra un testimonio de interés en la "Crónica Adephonsi" que cita la invitación de músicos cantores y bailarinas hispanomusulmanes por el rey de Castilla para animar la boda de doña Sancha.

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