El régimen de Francisco Franco, establecido tras la Guerra Civil (1936-1939), fue uno de los de más larga duración en la larga historia de España, coincidiendo su comienzo con la Segunda Guerra Mundial. Esta con sus alianzas y programas políticos ejerció una gran influencia en España tanto por el aislamiento político, como la marginalización económica a la que los Aliados la sometieron tras su victoria en la Segunda Guerra Mundial.
El largo período que duró su régimen ha sido dividido con frecuencia en varias etapas que, aunque sin límites claros, señalan en términos generales una derivación de su gobierno desde una dictadura ideológica hacia un régimen, aunque autocrático, pragmático, o como se decía en términos populares, una derivación desde una "dicta-dura" hacia una "dicta-blanda".
La primera, considerada como la etapa ideológica, estuvo dominada por los postulados sociales y políticos de Falange Española. Aunque moderados por su aceptación de doctrinas tradicionales y católicas. Durante esta época se promulgaron leyes y propuestas que programaban el establecimiento de la nueva sociedad. Como herencia de los conflictos ideológicos que se habían ventilado en la Guerra Civil el nuevo régimen comenzó con una afirmación sin compromiso de las bases sociales defendidas en la contienda: la unidad de una España tradicionalista, conservadora y católica. FE y de las JONS contribuyó con una ideología social, que, aunque tradicional en sus principios, era avanzada en sus programas.
La segunda época, considerada como más social, duró hasta principios de los años sesenta. En ella la intensidad de ideología política de los primeros años fue dando paso a una preocupación de carácter social que, si bien no era nueva, se intensificó durante los primeros años de la posguerra española, mientras duraba todavía la guerra europea. En esta época se desarrollaron importantes programas todos ellos con la finalidad de establecer un Plan de Seguridad Social y de Seguros Sociales.
Tanto durante la primera etapa como la segunda la situación económica de España fue deplorable, debido tanto a la guerra civil misma y el traslado del oro español a Moscú, como al aislamiento que las naciones aliadas habían condenado a España y a su exclusi—n del programa de reconstrucción de Europa (Plan Marshall).
La situación de España fue mejorando poco a poco y a medida que la agresividad soviética hizo ver la postura anticomunista del régimen de Franco como una seguridad necesaria para la estabilización del Sur europeo.
La última época del régimen se ha calificado con frecuencia como pragmática. Aunque es difícil de delimitar pues fue un proceso lentamente introducido, marca la dirección política, social y económica del régimen hasta la muerte de Franco en 1975.
En la política interior se fueron desmontando paulatinamente las estructuras falangistas, mientras que se buscaba un acercamiento a un centrismo, aunque conservador y de economía dirigida, de una ideología más pragmática y de una mayor aceptación de principios mercantiles. Estos se evidenciaron en los Planes de Desarrollo Económico y Social. Es también éste que se llamó "paso a la normalización" en la aprobación de la Ley de Sucesión que garantizaba y regulaba el regreso al régimen monárquico.
En la política exterior se buscó una reconciliación con los aliados que facilitara la reconstrucción económica de España. La rápida reconstrucción europea sirvió de acicate a la española causando un boom cuyas consecuencias han sido diversamente calificadas. El descubrimiento de España por el turismo americano y europeo sirvió como base para la incorporación de España a Europa, al causar una apertura sin precedentes a nuevos mercados e ideas. El número de turistas, apenas de unos millares en los años cincuenta, llegó a superar el de treinta millones durante los últimos años del régimen, con un impacto económico extraordinario, al ocasionar una industria de turismo desconocida hasta entonces.
La política exterior fue ampliando sus horizontes hasta incluir tratados económicos con naciones de ideología adversa, incluso con Rusia.
La vida religiosa
El sentimiento de persecución antirreligiosa sentido por un gran número de la población y lamentado durante los últimos años del gobierno republicano y en especial lo que se llamó 'la tiranía roja'" a principios de la Guerra Civil, hizo de los primeros años de la posguerra un auténtico renacimiento de la religiosidad de los españoles. Este como todo sentimiento intenso fue cediendo al pasar de los años. Sin embargo abrió una nueva época en la cultura católica española, al ofrecer nombres de intelectuales católicos de gran prestigio.
La vida intelectual
El sentimiento tradicional, conservador y católico fue el predominante en la vida intelectual durante las primeras décadas del régimen de Franco. En contraposición, es notable notar los pocos intentos de creación de arte falangista, a la vez que en su ideología mantuvo una cierta moderación impuesta por la doctrina cristiana y el sentido tradicional de grandes sectores de la población. Los intelectuales que quedaron en España crearon un período de pensamiento español tradiciconal de gran valor, cuya importancia sobrepasó los límites del régimen de Franco.
Intelectuales en exilio
Como consecuencia de su intervención en la Guerra Civil y de haber abrazado la ideología republicana, muchos intelectuales prefirieron el exilio en Francia, los Estados Unidos y Latino América. Su importancia política consistió en que fue su opinión la que dio forma a la que la comunidad internacional tuvo sobre la guerra y el régimen de Franco. Por otra parte al ser todos conocidos en España, y muy leídos algunos de ellos, sirvieron como puente de contacto con las ideas internacionales durante los años de aislamiento tras ambas guerras. Aunque Franco quiso inducirles a regresar a España, sólo algunos lo hicieron al pasar los años.
Literatura, novela, poesía
La literatura mantuvo la línea tradicional, representada por maestros ya consagrados con anterioridad al conflicto. A éstos se añadieron los exiliados, que de regreso o no a España, se fueron incorporando a la vida cultural de la nación. Su obra todavía muy influida por los problemas y consecuencias de la guerra influyeron a su vez en las primeras generaciones de la literatura de la posguerra.
Ya discernible a partir de 1950 fueron apareciendo unas generaciones nuevas que, con sus preocupaciones sociales y actitud de protesta, constituían una literatura de vanguardia muy a tono con la europea. Esta, sin embargo, no eliminó el espíritu y las formas tradicionales españolas de las que mantuvo un sentimiento espiritual y religioso de la vida, un mayor afecto por el pueblo y una menor desesperación ante la vida.
La creación de premios literarios de novela, como "Nadal", "Planeta" y "Ciudad de Barcelona", iniciados a partir de 1944, sirvió para descubrir una serie de escritores, algunos de los cuales han mantenido una distinguida actividad literaria. Como consecuencia de ellos, muchos de estos autores fueron descubiertos y hechos famosos con su primera contribución, a la no siempre han seguido otras del mismo mérito.
Notable a partir de estas fechas ha sido la incorporación de numerosas escritoras al campo de la novela actual, muchas de ellas descubiertas y consagradas por los premios de novela.
El teatro
El fin de la Guerra Civil tampoco representó para el teatro un rompimiento con el pasado, manteniéndose en escena los mejores autores de la generación anterior, a la vez que los nuevos continúan la línea de "escapismo" o teatro de "evasión" ya iniciada también antes de la guerra.
Hacia 1950 comienzan a surgir los primeros valores nuevos, importantes los unos por su calidad dramática, los otros por la aceptación que encontraron en un gran público. La figura más importante de estas fechas es Antonio Buero Vallejo, quien con su "Historia de una escalera", estrenada en 1949, cambió el rumbo de la escena espa–ola. Con Buero Vallejo comienza en teatro la literatura de denuncia y protesta, y es considerado todavía como uno de los valores más sólidos del teatro contemporáneo.
En plena línea dramática, que apunta a veces a la tragedia, se da el teatro de denuncia de Alfonso Sastre. En sus obras se presenta a los personajes como víctimas de la sociedad en un ambiente en el que abunda la violencia y la brutalidad.
El arte
La crisis de la Guerra Civil, continuada en la ideología de los primeros años de la posguerra, impuso una tendencia a seguir líneas nacionalistas de tipo fascista. Pero éstas nunca fueron seguidas exclusivamente, sino que fueron acompañadas y pronto sustituidas por líneas tradicionales e históricas.
La arquitectura
Después de 1939 la arquitectura intentó reflejar también el espíritu tradicionalista del Movimiento en la adopción de estilos inspirados en la arquitectura espa–ola tradicional, unos según líneas austeras de inspiración herreriana. Se dieron también algunos intentos de arte falangista, imitación del nazi alemán, o una mezcla de éste con otros tradicionales.
En los años cincuenta se fueron imponiendo otros estilos de influencia internacional en los que predomina el concepto funcional. En general, sobre todo para la arquitectura civil y privada, se siguió esencialmente el utilitarismo de la línea americana, aunque moderada con frecuencia con adornos modernistas, neoclásicos o barrocos, incluso manteniéndo un cierto regionalismo. Más tarde, ya en la década de los sesenta se da una revisión realista y otra racionalista de la modernidad en arquitectura, siendo ambos estilos los que ya marcan la fisionomía de las ciudades españolas en la actualidad.
También la arquitectura religiosa ha demostrada la misma doble dirección, mientras en muchas iglesias se repiten, con más o menos fortuna, los estilos barroco y neoclásico, otras fueron edificadas según los nuevos estilos de origen nórdico europeo.
La escultura
Tampoco en la escultura dejó la guerra española una huella definida. Es cierto que el tradicionalismo conservador en boga durante las primeras dos décadas de la posguerra fue un clima propicio para el desarrollo y continuación de grupos tradicionales y conservadores, pero se trata de artistas ya consagrados, que continúan su obra manteniendo un estilo propio.
Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial se impusieron también en España, primero poco a poco, después arrolladores y finalmente con una exclusividad tiránica, las corrientes abstractas.
En la escultura monumental, hasta los años sesenta se seguía una línea figurativa, aunque moderna, tradicional. Aunque también se adoptaba la misma tendencia hacia la abstracción que se percibe en otros países.
La pintura
El contacto con las escuelas europeas se rompieron durante la Guerra Civil, sin poderse reanudar hasta después de la Segunda Guerra Mundial. Aunque el nombre de los grandes maestros, Picasso, Miró, Dalí, consagrados ya antes de la Guerra se mantiene en la Península, se cultivó durante estos años un arte ecléctico en el que conviven direcciones tradicionales con otras más inclinadas a la experimentación de técnicas nuevas, continuación también del arte de la preguerra.
La música
También la música estuvo dominada durante las primeras décadas de la posguerra por la línea de los grandes maestros (Falla y Turina) y bajo su influencia la música mantuvo un tono con frecuencia arcaizante, en el que abundan temas regionales. Pertenece a esta escuela el valenciano Joaquín Rodrigo (1902-1999), la figura más importante y representativa de la música española contemporánea.
Cine español
La historia del cine español comenzó ya a fines del siglo pasado. Durante las primeras décadas de este siglo, el cine se hizo espectáculo de masa dirigido al pueblo con películas de estilo y espíritu popular, que alcanzaron gran éxito en la pantalla.
Esta tradición fue continuada en la década de los años treinta con otras de espíritu "castizo" nacional, y con estas películas, se comienza a abastecer el mercado latinoamericano. Por estos años, Luis Buñuel comienza a usar del medio cinematográfico usando técnicas de automatismo y surrealismo.
La Guerra Civil llevó a producciones de propaganda por ambos contendientes. De ellas algunas son notables, aunque por razones políticas opuestas.
El sentido nacionalista predominante en los primeros años de la posguerra ayudó a mantener la dirección populista, o llevando a la pantalla conocidas obras literarias de ficción. Importante fue también el género histórico con un sentido nacionalista marcadamente idealizado.
El nacimiento del nuevo cine español se sitúa hacia los años cincuenta, perteneciendo a la primera generación de películas, "ÁBienvenido Mr. Marshall!" (1952) dirigida por Luis García Berlanga, continuada en los años siguentes con otras en una vena neorrealista que reciben ya una atención favorable tanto en España como en el extranjero. Luis Buñuel, conocido con anterioridad a la Guerra Civil, se dirigió en Madrid una de sus más famosas y discutidas producciones, "Viridiana". Con la paulatina democratización del régimen de Franco, durante sus últimos años, comienzan a ser producidas películas de auténtico valor artístico que despiertan gran interés en el público nacional e internacional.