Se puede hablar de arte visigodo sólo desde el siglo VI, unos dos siglos tras su entrada y dominación de la Península. Aún así se trata más de un producto de su romanización e hispanización, que de una importación de sus propias tradiciones artísticas. El arte visigodo en la Península es así fundamentalmente una continuación del arte romano, siendo muy escasas las obras que señalan una influencia anterior o cultura artística autóctona.
El llamado arte hispano visigodo se distingue, sin embargo, por su carácter más primitivo, en el que se pierde mucho del refinamiento del arte peninsular estrictamente romano, incluso el romano cristiano.
Posiblemente como consecuencia de la invasión y consecuente ocupación de parte de la Península por los bizantinos durante el siglo VI, numerosos restos tienen un estilo que se estima estar influido por el arte griego bizantino.
Los restos más importantes que se han conservado hasta el presente manifiestan la creciente influencia cristiana, romana y bizantina. No es siempre claro si los motivos ornamentales usados en arquitectura, como los bajorrelieves estilizados, reflejan tradiciones romanas y bizantinas, o son más bien de origen celta procedentes directamente del Norte de la Península.
Los monumentos de arquitectura que se ha conservado son por lo general iglesias. Para su construcción se siguen las formas latinas de planta rectangular y techo de madera, o se adopta la planta bizantina cuadrada con techo abovedado; aunque también se han conservado otros tipos que no se ajustan a éstos. En las construcciones hispano visigodas es típico el arco de herradura; es decir en el que la curvatura se extiende más allá del centro de su circunferencia. Su origen no es claro, y posiblemente sea oriental. Es importante por haber sido muy usado más tarde en la arquitectura musulmana en la Península.
La escultura hispano visigoda parece demostrar poca inclinación a la representación de figuras y estar subordinada a una finalidad estrictamente decorativa. Sus adornos suelen ser bajorrelieves repetitivos, geométricos o florales, cruces, rosetas o círculos. En los capiteles de sus iglesias se encuentran algunas representaciones de plantas, animales e, incluso, figuras humanas, éstas de referencia religiosa, todos muy esquematizados y algunos de posible influencia bizantina.
Son importantes en este arte los adornos personales, los cuales pueden indicar la importancia que en la tradición visigoda se daba al orden social y su relación con la Iglesia. Como ejemplos de la orfebrería visigoda se han conservado vasos de oro y plata, collares, colgantes, broches o fíbulas, cinturones y numerosas cruces y coronas votivas, forjadas en oro y piedras preciosas como donación de los reyes a la Iglesia.
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