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El ermitaño de Pancorbo, de Ignacio Zuloaga
Entre la extensa obra de Zuloaga, en la que se incorporan numerosos paisajes y retratos, los críticos señalan su preferencia por los retratos. En éste, se aleja de la frecuente dureza, pesimista y amarga, con que los pinta para dar al rostro del ermitaño una serenidad especial, aunque mantiene las líneas apretadas de dibujo con que los define.