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Capricho 16: Dios la perdone: Y era su madre, obra de Francisco de Goya y Lucientes
Como otros grabados lleva una leyenda, en éste: "Dios la perdone. Y era su madre". Tanto en los grabados de "Caprichos" como en los de "Disparates", un tema frecuente es la crítica de los defectos humanos, que Goya expresa con una dureza sin igual. En este caso el orgullo o la vanidad de origen y prestigio social, expresado en la condescendiente condena que la mujer joven dirige a la anciana mendiga.