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Persiguiendo una ilusión, Miguel Blay  (1866-1936), Barcelona
Se forma en París y, aunque ya premiado en 1892, es más tarde a los 34 años cuando llega a su madurez. En general se aleja de la sensualidad de Rodin, buscando un mayor realismo pero siempre demostrando una gran finura de sentimiento que le mantiene en la línea modernista catalana. Su uso de bronce para la figura masculina y de mármol blanco para la femenina, sitúa ambas figuras en mundos distintos: real, el del Poeta, simbólico, el de la Ilusión. Es también notable la representación de ésta como elegante mujer según la moda de Fin de Siglo.