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Rey Salomón, obra de Pedro Berruguete (ca. 1450-1504)
Salomón no está representado como una pintura expresiva de escena o narrativa sino como un icono, con solamente la representación de la imagen. Sin acción, sólo el rostro del Rey Salomón, es expresivo en su majestuosa seriedad, un tanto nostálgica y soñadora. Llama la atención la riqueza de su vestimenta y el fondo dorado, reproduciendo en sus filigranas un tapiz mudéjar.