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La Inmaculada, obra de Francisco de Zurbarán
Uno de los temas religiosos preferidos por la iconografía cristiana desde la Edad Media es el de la Asunción de la Virgen o el de la Inmaculada Concepción en los que se tiende a representar con gran teatralidad a la Virgen de cuerpo entero y como subiendo a los cielos con el cielo como fondo. La Luna siempre presente responde al texto del Apocalipsis de San Juan: "Y apareció en el cielo una señal grande, una mujer envuelta en el sol, con la luna debajo de sus pies y sobre su cabeza una corona de doce estrellas" (12, 1). Ha sido tradicionalmente interpretado como referencia a la Virgen. Zurbarán añade el simbolismo de una aureola que envuelve de luz el cuerpo de la Virgen y alrededor, apenas visible tras las nubes, una serie de símbolos que hacen referencia a los títulos que la liturgia le otorga.