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Virgen Dolorosa (detalle), de Pedro de Mena y Medrano
Discípulo de otro gran escultor, Alonso Cano, Pedro de Mena se distingue por la amable suavidad que da a sus imágenes. Entre las que más fama le dieron fueron las dedicadas al ciclo de la Pasión. Esta, que se conserva solamente en busto, ofrece su característica emoción ante una gran tragedia. En ellas, como en  la obra de Murillo, más que la expresión realista de un sentimiento trágico se percibe la capacidad de expresar la espiritualidad  emotiva de su tiempo, a la que ambos deben su gran popularidad.